viernes, 8 de abril de 2011

El peor de los guerreros




El peor de los guerreros es una de esas novelas que ya no se escriben, una bellísima historia repleta de situaciones y personajes que parecen arrancados de una antigua leyenda.
Un libro de esos que el lector querría que no terminase jamás.

El peor de los guerreros se llamaba Samu.
Tal vez no fuera tan osado como sus amigos, pero es un narrador extraordinario.
Murió arrojado al mar desde un avión como otras víctimas de Pinochet, y regresa a su aldea porque ha de contar una historia.
Se la cuenta a un joven que se ha encerrado con un revólver y un cuaderno en una habitación para escribir una novela policiaca.
Samu no dejará en paz al joven Benito hasta que éste escriba una historia de verdad, hasta que por fin se entere de quiénes fueron sus padres biológicos, de dónde venían y en qué terribles circunstancias desaparecieron.

La incansable voz de Samu recorre todo el siglo XX.
En su desesperación por rescatar lo que sólo existe en su memoria de muerto, le cuenta a Benito lo que pasó cuando su amigo Sofanor y su bella pareja, la Inglesa, atracaban los barcos salitreros.
Cuando la Lorenzona, salteadora de caminos, cruzaba el desierto más árido del mundo, el de Atacama, a lomos de una yegua que casi se quebraba bajo su peso.
Cuando el diablo López Cuervo y el dios Alzamora sojuzgaban a los aldeanos.
Cuando el propio Samu regentaba un burdel, el Arca de Noé, y Flor, su mujer, recogía todos los perros abandonados de la aldea.
Cuando apareció en sus vidas la pequeña Tita, una criatura indomable que, de mayor, se enamoró de un líder revolucionario.
Cuando Tita y Samu y la mitad del pueblo fueron víctimas de la locura tras el golpe de Estado.
Rodrigo Díaz Cortez ha escrito una historia hecha de cien historias, contadas por un tierno y ágil narrador, cuya voz memorable es un milagro literario.
Una novela en que el pasado y el presente, personajes primitivos y desmesurados entrelazan sus historias, en las que nadie tiene ningún control, confluyen hacia el mismo destino: la orfandad.
A pesar de su rabia y furia, este libro tiene una ternura nostálgica, que nos deja entrever que aunque el paraíso alguna vez existió ya lo hemos perdido para siempre.
Una novela que es un milagro de naturalidad, en la que destaca una voz narrativa memorable y una maestría infrecuente en nuestros tiempos para hilvanar historias.

Rodrigo Díaz Cortez (Santiago de Chile, 1977) debutó como escritor a los veintitrés años con el libro de cuentos La taberna del vacío (2000), que él mismo se autopublicó y del que ha vendido numerosas ediciones.
Se ha ganado la vida como estibador de aviones, montador de estructuras metálicas y aparcacoches.
En 2007 su novela Tridente de plata ganó el Premio Mario Vargas Llosa de la Universidad de Murcia.
La novela Poeta bajo el mar quedó finalista del Premio Ciudad de Barbastro en 2008 y fue finalista del Premio Qué Leer en 2010.
Actualmente ejerce de taxista por las calles de Barcelona y conduce talleres de creación literaria, además de colaborar con la revista de arte y poesía El Llop Ferotge, que próximamente publicará su poemario Aquí llega una metralleta cantando.

En librerías de toda España a partir del 10 de mayo.